Ginette Neveu (Paris 11 agosto de 1919), una carta de amor.
Querida Ginette, tenías dieciséis años cuando recibiste el premio Wieniawsky, mientras Oistrach, entonces veinteañero, llegó segundo y no dudó en postrarse ante tu bravura. Tenías treinta años cuando un avión Air France se derrumbó en una de las islas Azores, truncando tu vida, la de tu hermano Jean-Paul y también la del boxeador Marcel Cedran. Era el año 1949. Eras ya célebre. Hubo quien no soportó la potencia de tu arco juzgando tu sonido de «poco femenino». ¿ Como? ¿ El sonido de Heifetz, de Kogan o de Oistrach, sería masculino? ¿y cuál sería entonces el sonido femenino? ¿El sonido de Menhuin como es? ¿Suficientemente masculino? Idioteces…
Tu carta astral habla de fuego: Leo ascendente Aries y se nota en tu fraseo, cálido, apasionado y capaz de dejarse llevar; el dejarse llevar de una reina de gran carácter pero, sin rasgos de debilidad, desfallecimiento, afectaciones inoportunas. Tu sonido será también poco femenino, cosa que puede ir en tu favor: entonces tenemos una sensibilidad de mujer capaz de un sonido que por amplitud y potencia no es menos que el masculino. ¿Perfecto, no?
Yo diría que sí. Contigo hemos tenido una mujer no solo en condiciones de hacer un dúo con un pianista en el elegante florilegio mozartiano, o entretenernos con algún dulce al estilo de Kleisler. Contigo hemos tenido una mujer con tanta fuerza como para hacer frente a aquel imponente monumento que es el Concierto de Brahms. Una empresa para hombres con los pies en la tierra y manos poderosas. Y bien, tenías veintisiete años cuando, en agosto del 1946 en Londres, en el mítico Abbey Road Studios, a tus espaldas una espléndida Philharmonia Orquestra De Londres, en el podio el mítico Issay Dobrowen, hiciste maravillas con tu Stradivarius, trazando un Brahms sólido y exquisitamente humano, un Brahms en el cuál engrandeces a niveles inusitados el pathos poéticos, como solo una mujer con sonido masculino puede hacerlo. Sabes ser dulce, tierna, dura, incandescente y sabes moldear el sonido con precisión de relojero suizo. Y sabes adornar las frases sin rigidez, rítmicamente con el ritmo que fluye natural como la respiración. Un Brahms de manual, una versión de absoluta referencia cuanto desconocida y no solo por su Adagio: sobre todo por su primer y tercer tiempo, interpretados con la autoridad que no viene del sentido de poder y del dominio técnico, sino de una innata nobleza de ánimo.
Y lo mismo se puede decir del más «ligero» Concierto de Sibelius del cuál se guarda la grabación del 1945 siempre con la Philharmonia de Londres, pero con Walter Susskind en la dirección. Y aquí tienes la oportunidad de conmovernos con el lirismo en el «cantar» las melodías y sorprendernos con la absoluta belleza del sonido. Y lo mismo se puede decir de tu “canto” milagroso interpretando la Melodía de Gluck.
Edith Piaf escribió hubiera recorrido miles de kilómetros para escuchar a la grande Ginette Neveu. Lo habría hecho también yo, que no amo viajar. Lo habría hecho durante mis años de crítico musical para ser testigo de naturaleza musical mas única que rara.
Aferrabas tu Stradivarius en el pecho en el momento del accidente de avión, pero el violín desapareció. Se nos encoge el corazón al pensar en como viviste esos momentos, dos intentos fallidos de aterrizaje en el aeropuerto Sao Miguel y al fin el estrello en una montaña. Y también en pensar en la música en devenir y que no fue por aquel terrible accidente.
Gianni Cesarini
Aquí cuatro interpretaciones de grande belleza:
Ginette Neveu plays Gluck – Mélodie (from Orfeo ed Euridice)
Brahms, Violin Concert Op 77 Ginette Neveu, Violin
Ginette Neveu -Sibelius Violin Concerto, 1rst mvt (1946)
Ginette Neveu – Chausson Poème (studio recording in 1946)