Mariya Grínberg, hoy 1908. Una pianista que es imperativo redescubrir
Fue discípula de David Aisberg, Félix Blumenfeld y Konstantin Igumnov. Vivió el drama, la pesadilla, del horroroso régimen de Stalin. En 1937 su marido y su padre fueron arrestados y ejecutados como “enemigos del pueblo” Ella fue despedida de su trabajo, aunque consiguió otro bajo un nombre falso como acompañante de un grupo de coreografía de aficionados. Durante ese tiempo, participó ocasionalmente en algunos conciertos tocando los timbales. Algunos años más tarde fue “rehabilitada” y readmitida como solista de piano. A la edad de 50 años, después de la muerte de monstruo Stalin, se le permitió viajar al extranjero por primera vez. Los críticos occidentales compararon sus actuaciones con las de Horowitz, Rubinstein y Clara Haskil. Estamos frente a una artista que es imperativo redescubrir. Su amplia discografía merece un ensayo de cientos de paginas.
Mariya Grinberg (Odesa, 6 de septiembre de 1908-Tallin, 14 de julio de 1978) es un meteorito, lejos de cualquier escuela de interpretación, como lo fue otra Mariya, la Yudina, tan original como ella, y como Sofroninsky. Es una verdadera estrella del pianismo ruso. Su manera de tocar el piano, simple y trascendental, abre al desconocido, a un mundo insospechado de profundidad espiritual y mágica poesía. Su piano habla huyendo de la banalidad, con un toque de inmaculada pureza, su fraseo es de una naturalidad asombrosa. Su interpretaciones de la primera y cuarta baladas de Chopin son textuales, con su carácter improvisatorio, un tono de angustia, de dolor contenido expresado sin brusquedades, sin brutalidad, con una elegancia sofisticada, iluminante. Y la integral de las Sonatas de Beethoven, la primera grabada por un pianista ruso, es una fuente continua de ideas nuevas, de belleza. Una integral histórica, legendaria, comparable con las de Schnabel, Kempff, Nat…
Y su vehemente Mozart casi beethoveniano. Sus Estudios sinfónicos de Schumann, tremendos y fascinantes con sus momentos de ímpeto aterrador, de oscuridad inconmensurable, o otros de poesía lunar y serenidad crepuscular. Y su Rachmaninov en donde el lirismo ocupa el lugar del virtuosismo. Todos los discos de Mariya Grinberg merecen la máxima atención. La atención que se debe a una pianista entres la más brillantes del siglo pasado.
Bach Sarabande with variations from Partita BWV 990
Chopin Ballade No. 1 in G minor, Op. 23
Beethoven Sonata No. 23 in F minor Op. 57 «Appassionata»
Schumann «Symphonic Etudes» Op. 13
Rachmaninoff Piano Concerto no. 3 – live 1958
Maria Grinberg playing Rachmaninoff’s PC 3, op. 30, with the State Academic SO under Karl Eliasberg, live in Moscow on 25 January 1958