- La proteína Spike del SARS-CoV-2 se une al receptor ACE2 en las plaquetas. La activación posterior de las plaquetas puede causar una coagulación intravascular diseminada (CID), es decir, una sobreestimulación patológica de su sistema de coagulación que causa coágulos anormales en la sangre, trombocitopenia (baja cantidad de plaquetas) y hemorragia
- Investigaciones demuestran que a diferencia de las personas que no se vacunaron, los casos de muerte son 14.6 veces más frecuentes durante los primeros 14 días después de recibir la primera dosis de la vacuna contra el COVID entre las personas mayores de 60 años. Otros datos también demuestran que después de que se implementaron las vacunas contra el COVID-19, incrementaron las tasas de mortalidad, con algunas excepciones
- Un problema clave con todas las vacunas contra el COVID-19 es que la proteína Spike en sí parece tóxica, y su cuerpo se convierte en una fábrica productora de proteínas Spike
- Su toxicidad inherente podría deberse a que es una proteína priónica. Si es así, podemos esperar que estas vacunas causen todo tipo de enfermedades priónicas, como Alzheimer, Parkinson y la enfermedad de Lou Gehrig (ELA)