

ANNE BRONTË
(1820 – 1849)
Nació en Thorton, Yorkshire del Oeste, el 17 de enero de 1820 y no conoció a su madre. Fue adoptada por su tía, que la trató como si fuera su propia hija. Asmática, de pelo rizado, piel blanquísima y ojos azules, parecía tímida y apocada pero tenía un carácter fuerte y no se dejaba dominar. Es menos conocida de sus hermanas Emily y Charlotte a pesar que su novela La inquilina de Wildfell Hall fue un éxito editorial sólo comparable a Jane Eyre, de Charlotte. Sin embargo, los críticos la condenaron duramente por mostrar con tal realismo y lujo de detalles la corrupción de un hombre. Anne casi fue borrada de la historia. De su hermana Charlotte fue la responsabilidad. No le convencía la última novela que había escrito. Y solo había firmado dos. La mayor de las Brontë le aseguró al editor de su hermana pequeña, nacida en Yorkshire en 1820, que la novela no era tan buena como pudiera parecer. El personaje no estaba bien escogido. Y la temática, eso de que parte del conflicto se centrara en la dependencia de una mujer con respecto a su alcohólico marido, quizá no encajaba del todo con el gusto de la época. La reimpresión del libro se frenó.
También su otra novela Agnes Grey no hubo buenas critica, fue acusada de ser cruel. Eran, decía, demasiado dura. Le había concedido excesiva vivacidad a las escenas más violentas. Para la autora, solo se había tratado de un copia y pega de la realidad. Las escenas que describía, como la de la lapidación de un pájaro a manos de una niña, las había transcrito de su experiencia como institutriz.
Anne fu también autora de poesías, románticas, a veces desesperadas, a veces de abren a la esperanza, y documentan con fuerza tiempos de vida duras sobretodos para mujeres artistas.
Anne Brontë murió a los 29 años de tuberculosis, en Scarborough, adonde había pedido a su hermana Charlotte y a su amiga Ellen que la llevasen para ver por última vez el mar.
EVOCACIONES.
(A Reminiscence)
Si, ¡te has ido! Y nunca más
Tus sonrisas resplandecientes me llenara de gozo;
Pero puedo pasar la vieja puerta de la iglesia,
Y caminar el piso que te cubre,
Puedo soportar el frío, la lápida húmeda,
Y pensar que, sobrecogido, en la tierra yace
El corazón más tranquilo que he conocido,
El más amable que nunca más conoceré.
Sin embargo, aunque no pueda verte más,
Es un consuelo aún haberte visto;
Y aunque tu vida efímera se acabo,
Es agradable pensar lo que has sido;
Pensar en un alma divina tan cercana,
Dentro de una especie de ángel tan bello,
Unido a un corazón como el tuyo,
Alegraste una vez nuestro ámbito humilde.
SÚPLICA.
(Appeal)
Oh, estoy muy cansada,
A pesar que las lágrimas ya no fluyen;
Mis ojos están cansados de llorar,
Mi corazón está enfermo de dolor;
Mi vida es muy solitaria
Mis días pasan con dificultad,
Estoy cansada de lamentaciones;
¿No vendrías por mí?
Oh, tú que conoces mis anhelos
Por ti, día a día,
Mis esperanzas, tantas veces arruinadas,
¡Tú no te demorarías tanto!
VERSOS COMPUESTOS EN EL BOSQUE EN UN DÍA TEMPESTUOSO.
(Lines Composed in a Wood on a Windy Day)
Mi alma está despierta, mi espíritu se yergue
Y es llevado a lo alto en las alas de la brisa;
Por encima y alrededor de mí, el viento salvaje está rugiendo,
Despertando para arrebatar la tierra y los mares.
La hierba alta se marchitó bajo la mirada del sol ,
Los árboles desnudos lanzan sus ramas a lo alto;
Las hojas muertas, debajo de ellos, están bailando alegremente,
Las nubes blancas se deslizan por el cielo azul.
Me gustaría ver cómo el océano está azotando
La espuma de sus olas en torbellinos de espuma;
Me gustaría ver cómo las olas orgullosas están corriendo,
Y ¡oír el rugido salvaje de su trueno hoy!.
EL PENITENTE.
(The Penitent)
Lloro contigo, y aún me regocijo
Que te deba doler tanto;
Con un coro de ángeles acompaño mi voz
Para bendecir la aflicción del pecador.
Aunque te hallas alejado de amigos y familiares,
Y rías con desdén de tu profundo dolor;
Oigo al gran Redentor decir;
“Te bendeciré aunque llores”.
Mantén tu curso, no consideres extraño
Que los hilos terrenales estén divididos:
El hombre puede lamentar el cambio maravilloso,
Pero “¡hay alegría en el cielo!”