

Chet Baker, el ángel caído en el vacío
Chesney Henry Baker, Jr., más conocido como Chet Baker
(Yale, 23 de diciembre de 1929 – Ámsterdam, 13 de mayo de 1988)
En donde termina la trompeta de Miles Davis empieza la de Chet Baker. Ángel en la escena, creando música eterna, diablo en la calle, teatro de su autodestrucción. Le rompieron todos los dientes en una pelea y al fin la heroína acabó con el. La heroína no construye héroes sino chatarra humana. Su voz y su trompeta han sido el máximo de la ternura, de la tristeza, de la melancolía, del dolor frente al vacío existencial. Conmueve y duele escuchar sus últimas grabaciones. Duele pero hay que ser valiente y seguir escuchando a este hombre que fue la quintaesencia música, fue el jazz. La naturaleza, por un lado fue muy generosa con él, él era la música, no necesitaba estudiar ni ensayar.
Era una fuente continua de sonidos de una belleza desarmante, de un pureza angelical en estridente contraste con el lado oscuro de Chet, las drogas, la búsqueda compulsiva de mujeres guapas, el vacío que la poesía de su hacer música no lograba llenar. Al fin el vacío fue suyo cuando cayó desde un balcón de un hotel en Amsterdam. ¿Suicidio? ¿Accidente? ¿Lo lanzó hacia el vacía un traficante de drogas no pagado? No importa saber la verdad. No importa seguir indagado sobre la vida privada de este músico legendario que ha sido el alma del cool jazz. Nos queda una amplia discográfica, muchos videos, un importante documental.
Todo esto no importa. Lo que sí importa es la estela de inconmensurable belleza que ha dejado. El poeta del vacío que puede ayudar a llenar nuestro vacío. No hubo una trompeta con un sonido igual, y quizás nunca más la habrá. Ni un fraseo tan inmaculado, tan inocente, tan íntimamente elocuente.
From the laserdisc «Chet Baker in Tokyo» – 1987