Desde «Cartas de amor a cien mujeres»:
Carta para Cora Coralina
Seudónimo de Ana Luis Dos Guimarães Peixoto Bretas
Goiás, 20 de agosto 1889 – Goiânia, 10 de abril 1985
“Yo soy aquella mujer que escarbó la montaña de la vida removiendo piedras y plantando flores »
Querida Cora,
Carlos Drummond de Andrade, insigne poeta brasileño dijo: “Admiro a Cora Coralina y la amo como alguien que vive en estado de gracia con la poesía. Su verso es agua corriente, su lirismo tiene la fuerza y la delicadeza de las cosas naturales.”
Escribiste sobre la situación de la mujer, la pobreza del nordeste brasileño y el misterio de los ritos afrobrasileños. Tu poesía, de fuerte contenido social, que admiro sobremanera, guarda la esencia de la cultura brasileña de tiempos oscuros pero tú anhelabas la luz y con tus poemas indicabas el camino hacia ella.
Mujer sin edad, de estatura pequeña y corazón grande, naciste en una hondura de una cordillera entre sierras y montes, lejos de todo. En un lugar de donde se llevaron el oro y dejaron las piedras. A tus anhelos respondían los panoramas agrestes. Como tú misma cuentas, fuiste de una generación puente entre la liberación de los esclavos y el trabajador libre. Tiempos de brutalidad en los que los niños no tenían oportunidades y los adultos, la mayoría analfabetos, eran sádicos y aplicaban castigos humillantes.
La pobreza marcó tu vida y tu destino fue escribir a pesar de que nunca recibiste estímulos familiares para ser literata. La escuela de la vida suplió las deficiencias de la escuela primaria, que entre otras cosas, el destino no te dio.
A tus catorce años ya escribías y aunque de poemas y cuentos no vivirías, dejaste un puñado de libros. Algunos, exquisitos cuentos infantiles. Tu primer libro apareció cuando tenías 75 años.
Fuiste confitera, campesina y vendedora de libros de otros. Ningún primer premio importante para tu obra. Ningún segundo lugar. Nadie creyó, fuera de Brasil, que podrías merecer el premio Nobel ni mucho menos, a pesar de que tus versos llenos de fuerza levantaban a los débiles.
Tardíamente, en 1983 recibiste de la Unión de los escritores brasileños el galardón Juca Pato, siendo hasta hoy la única escritora a la que se le ha otorgado tal premio y en 1984, un año antes de volar hacia las estrellas, la Unión Brasileña de escritores te nominó «Personalidad literaria del año». Doctora Honoris Causa por la Universidad Federal de Goiás pero tu grandeza aún espera ser reconocida. Vendrá tu tiempo.
Saber vivir
No sé… si la vida es corta
o demasiado larga para nosotros.
Más sé que nada de lo que vivimos
tiene sentido, si no tocamos el corazón
de las personas.
Muchas veces basta ser:
regazo que acoge,
brazo que envuelve,
palabra que conforta,
silencio que respeta,
alegría que contagia,
lágrima que corre,
mirada que acaricia,
deseo que sacia,
amor que motiva.
Y eso no es cosa de otro mundo,
es lo que da sentido a la vida,
es lo que hace que ella
no sea ni corta, ni demasiado larga,
sino que sea intensa,
verdadera, pura…. mientras dure.
Estoy hecha de retazos
Estoy hecha de retazos
Pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía
y que voy cosiendo en el alma.
No siempre son bonitos, ni siempre felices,
pero me agregan y me hacen ser quien soy.
En cada encuentro, en cada contacto, voy quedando mayor…
En cada retazo una vida, una lección, un cariño, una nostalgia …
Que me hacen más persona, más humana, más completa.
Y pienso que es así como la vida se hace: de pedazos de otras gentes
que se van convirtiendo en parte de la gente también.
Y la mejor parte es que nunca estaremos listos, finalizados …
Siempre habrá un retazo para añadir al alma.
Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes,
que forman parte de mi vida
y que me permiten engrandecer mi historia
con los retazos dejados en mí.
Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos
y que puedan ser parte de sus historias.
Y que así, de retazo en retazo podamos convertirnos,
un día, en un inmenso bordado de «nosotros».