Despertar feliz
Felicidad es vivir en el signo del respecto, de la harmonía, de la belleza, del amor.
El despertar feliz al alborada, bajo la egida del amor y de la belleza, anima el alma.
El despertar tendría que ser marcado por el canto del gallo o de los pájaros y por la entrada de una luz natural gradualmente creciente. El ruido del despertador ofende el oído y la improvisa luz artificial de una lámpara eléctrica ofende la vista. El sucesivo café ofende todo. Un despertar que no traicione la vida tendría que llegar con luz natural, entonces al alba, o con un aparato eléctrico que imita su luz. Y con música: Vivaldi, Corelli, Bach, Mozart, Mendelssohn… música serena, alegre, positiva. Abrazándonos, si estamos solos o abrazando a quien nos ha acompañado en el sueño y agradeciendo al universo por el regalo de otro amanecer, así empieza un nuevo día. Será agradable no levantarse de la cama precipitadamente, e imitando los sabios gatos, realizar algún minuto de delicados estiramientos, moviendo sobretodo pies y piernas para activar la circulación sanguínea. Entonces abrir las ventanas y recibir un baño de luz y luego.. el otro baño! Lugar muchas veces angosto y oscuro mientras tendría que ser amplio y luminoso. Y donde reina la ducha, símbolo de la vida rápida, en lugar de la bañera, preferible por eficacia y placer. En Japón todavía es un rito el baño familiar en grandes bañeras, más altas de las usamos en Occidente. Un baño de casi media hora entre espumas perfumadas, esencias y música podrá ser un modo excelente para empezar el día, y también es oportuno, porque el organismo se encuentra en la fase de eliminación de toxinas. Con dos o tres veces a la semana es más que suficiente; exagerar no conviene porque junto a las toxinas se eliminan también minerales útiles. La ducha tendría que ser usada en casos de emergencia, mucho sudor, esfuerzo físico, trabajo en la huerta, viaje en avión, visita a un centro comercial….. Es una manera rápida para eliminar contaminantes y energías de bajo nivel. Pero el baño caliente seguido de una rápida ducha fría es la mejor posibilidad a elegir.
El buen Guido Ceronetti escribió que llegará el tiempo en que la ducha será conservada en el museo de los instrumentos de tortura. Caliente o fría, non cambia la esencia de una acto casi masoquista que traiciona el cuerpo y el ambiente. Y también el sentido común. Los monjes zen japoneses de los tiempos pasados, menos en situaciones de obligación, hacían un baño o ducha cada dos semanas limitando la limpieza cotidiana a manos, pies y zona genital. También podían hacerlo porque se alimentaban parcamente y solo de cereales, hortalizas y fruta, alternando sabiamente samu (trabajo manual) y zazen (estar sentado en meditación) por esto sudaban poco o casi nada y el sudor no era maloliente y acido. No es así para el homo consumens que después de la ducha de la tarde y de las canónicas ocho horas de sueño se despierta emanando efluvios de mofeta. Cosa que en el bazar es considerada depreciable, por lo que es obligatorio esconder la maloliente verdad y entonces la ducha, el gel perfumado, desodorante, agua de colonia, o Chanel n. 5 o, para los más ricos, una refinada esencia natural de jazmín o rosa búlgara. Los más inteligentes, sin embrago, solo en caso de necesidad, usarán la piedra de alumbre, eficaz, segura y extremamente económica. O también un poco de zumo de aloe, o de limón.
Felicidad es vivir en el signo del respecto, de la harmonía, de la belleza, del amor.
El despertar feliz al alborada, bajo la egida del amor y de la belleza,, anima el alma.
El desperdicio de agua y de energía poco importa al egoico homo consumens, tampoco el riesgo del eventual gas radón resultado del torbellino químico de las moléculas de agua calentada. El gas radón es un regalo vagamente peligroso de la madre natura, que los humanos han aprendido a enfrentar con el paso del tiempo, siempre que su presencia no supere un incierto determinado limite, incierto porque individual. El cloro añadido al agua es por otro lado un peligroso regalo de la mano mezquina del hombre. El cual, siguiendo las huellas del astuto Ulises, ha ideado millares de caballos de Troya, que ya están por todos los lados.
Jabones, espumas para afeitar, champo, gel, perfumes son en su mayoría coctel de sustancias toxicas. Basta tomar un dentífrico u otro producto para el higiene personal en venta e los supermercados, leer todas las extrañas palabra de la lista INCI e escribirla en el ordenador y buscar en Google si son nocivas y al final será necesaria una infusión de passiflora para calmar el corazón asustado. Sabio es ir directamente en un herbolario y comprar productos para la verdadera higiene física y ambiental, fabricados por personas civilizadas que trabajan para el bien común en pequeñas y medias empresas como Weleda, Logona, Santé, Druide etc.
O, si la bisabuela todavía vive, preguntar como se fabrica en casa un jabón casero con aceite y soda caustica, un perfumen o una crema de belleza. Mismo consejo para el dentífrico, el cual puede ser evitado. El solo cepillo de dientes con agua funciona hasta mejor, con aceite de coco es excelente, como también el cepillo japonés Solaray, que activa los iones negativos suficientes para eliminar la placa y limpiar el resto. Y para la salud de las encías nada mejor que un vigoroso masaje con irrigador dental (tipo Oral B, Braun, Waterpink…) o el masaje mas delicado de hojas frescas de salvia y un par de veces por semana practirar el «oil pulling». Todo ha de ser realizado en modos y tiempos oportunos, sin excesos (hoy en día hasta algún medico empieza a decir que el exceso de duchas, baños etc. puede ser nocivos), sin carencias y haciendo tesoro de dos conceptos heredados de la espléndida cultura greca: “Conócete a ti mismo” y “Nunca demasiado”. Después de la limpieza de los diente es preciso tomar uno o dos vasos de agua tibiad
Felicidad es vivir en el signo del respecto, de la harmonía, de la belleza, del amor.
El despertar feliz al alborada, bajo la egida del amor y de la belleza, anima el alma.
Personalmente a este punto toco al pianoforte una pieza de Bach o de Satie, Gurdejeff o de un querido amigo, Girolamo De Simone. La belleza nutre el alma y el día ha de empezar bajo el signo de la belleza. Y salgo al patio a mirar el cielo, oler una rosa, buscar algunas fresas, un regalo de los dioses. Sigue un tranquillo repaso del programa del día y un desayuno esencial: infusión de cacao para los días grises y fríos o, cuando la mente debe trabajar mucho, o infusión de romero, buen activador físico y mental además que protectora del hígado, o una más romántica infusión de flores, alguna vez un buen té verde y algunas manzanas, o fresas o si hay otras frutas de la huerta de Ave fénix. Nada más. El organismo humano sigue un ciclo fisiológico en tres fases: eliminación de escorias y toxinas desde las 6:00 hasta las 12:00; entrada de alimentos desde las 12:00 a las 18:00 y finalmente desde el atardecer hasta el amanecer la fase de digestión y metabolización. Como decir… el contrario del viejo proverbio: desayuno de Rey, comida de príncipe y cena de pobre. Personalmente no ceno y no como mas de un gramo de proteínas por kilo de peso de massa magra, entonces en mi caso no de 50 gramos de proteínas siguiendo un régimen vegetariano. El exceso de alimento y sobre todo de proteínas es nefasto: enferma y reduce la vida. El desayuno a base de fruta (en máxima parte alcalina) influye positivamente en equilibrio acido-base, fundamento de la salud porque el organismo humano vive en un ambiente ligeramente alcalino (el PH de la sangre debe situarse entre 7,35 e 7,45, de otro modo es un desastre) mientras que el ambiente acido es terreno propicio para la mayoría de las enfermedades: una alimentación que no comprometa este equilibrio debería comprender alimentos ácidos al 25% y alcalinos al 75%. El homo consumens hace exactamente el contrario, resultado: artrosis, osteoporosis, senilidad, cáncer… En la fase de luna menguante se podría potenciar el proceso de eliminación y limpieza con un desayuno a base de fruta de alto poder enzimático: papaya, mango, piña, pitaya, kiwi, higos frescos. Desaconsejado el zumo de naranjas porque demasiado acido (muchos creen que en personas que se alimentan correctamente, la fruta cítrica tenga efecto alcalinizante, pero en la realidad para muchas personas no es así) y de nivel glicémico demasiado alto. En cuanto al limón, de vez en cuanto se puede tomar el zumo de uno, o medio limón, diluido en agua templada añadiendo un poco de bicarbonato, muy de moda es también el zumo de limón con miel y canela, que es más sabio usar solo para uso terapéuticos. En el caso del desayuno de manzanas rojas usar el cepillo de dientes es superfluo, es suficiente la mini ducha el irrigador dental. A este punto voy a la playa para hacer 40 minutos de groundig (andar descalzo en el agua o arena mojada) o a tomar un baño turco en una SPA con piscina con agua de mar. Quien no tiene una playa cerca puede andar a pies descalzo sobre tierra o césped, o simplemente en casa pero no sobre suelo de madera. Así podemos empezar el día, radiantes, cargados de energía, proactivos y a ritmo completo. La harmonía y la melodía no se hacen esperar.
Felicidad es vivir en el signo del respecto, de la harmonía, de la belleza, del amor.
El despertar feliz al alborada, bajo la egida del amor y de la belleza, anima el alma.