

El auge de la soja como producto alimentario para los humanos fuera de los países asiáticos empezó en el tiempo en que se esfumaba la otra la moda llegada desde Japón, la macrobiótica y se desarrollaba la fobia por la grasa. Se decía obsesivamente que la soja podía prevenir y hasta curar la obesidad, las enfermedades cardíacas e incluso el cáncer, porque algunos estudios indicaban que, en Asia, donde se tomaba profusamente, había un índice significativamente pequeño comparado con el de Occidente de personas con esas dolencias.
Fue una potente estrategia de marketing muy bien organizada que impuso la soja como alimento milagro, el alimento que, junto al arroz, conseguía mantener sanos a los asiáticos. Algo que ha engañado a millones de personas. Se habló de estudios “científicos” pero los estudios tenían en cuenta solo las estadísticas. Considerar que los consumidores de soja están más sanos de los que no la toman es algo muy superficial y erróneo: existen otros factores, desde la genética al estilo de vida o al tipo de dieta, la adaptación a un dado alimento, que hay que tener en cuenta y valorar.
Al meteórico ascenso de la soya como un «alimento saludable» esta siguiendo una menos meteórica per constante caída. Si es verdad que la soya es una buena fuente de proteínas completas de todos los aminoácidos esenciales es también verdad que contiene factores anti-nutricionales como las saponinas, fitatos, oxalatos, bocígenos y fito-estrógenos. Algunos de estos factores interfieren con los enzimas necesarios para digerir la proteína. Mientras que una pequeña cantidad de anti-nutrientes probablemente no cause ningún problema, la cantidad de soya que en la actualidad consumen muchas personas es extremadamente alta.
La soya contiene hemaglutinina, una sustancia que provoca que las células de glóbulos rojos se agrupen. Como decir: trombos. Y además esta agrupación de células impide absorber correctamente y distribuir el oxigeno en los tejidos.
Contiene bocígenos, sustancias que bloquean la síntesis de las hormonas tiroideas e interfieren con el metabolismo del yodo, lo que provoca inhibición de la función tiroidea.
La soya contiene fitatos que se unen a los iones metálicos, evitando la absorción de ciertos minerales, incluyendo el calcio, magnesio, hierro y zinc- todos estos son co-factores para una bioquímica óptima en su cuerpo
La soya está cargada con isoflavonas genisteína y daidzeína, tipos de fitoestrógeno, que es un compuesto vegetal parecido al estrógeno humano. Estos compuestos imitan y algunas veces bloquean a la hormona estrógeno y se ha encontrado que tienen efectos adversos en varios tejidos humanos. Se sabe que los fitoestrógenos de la soya afectan la función endocrina, podría causar infertilidad y podría promover el cáncer de mama en mujeres y de próstata en hombres.
Tomar dos vasos de leche de soya al día durante un mes proporciona los compuestos suficientes como para alterar su ciclo menstrual.
Y como si todo esto no bastara, la soya tiene niveles tóxicos de aluminio y manganeso.
La soya es procesada (por un lavado ácido) en tanques de aluminio, que puede provocar que queden altos niveles de aluminio en el producto final de soya. La fórmula de soya para bebé tiene 80 veces más manganeso que el que se encuentra en la leche materna humana.
Miles de estudios han relacionado la soya sin fermentar a una serie de problemas de salud:
- Alergias a los alimentos potencialmente fatales
- Anomalías del desarrollo en los bebés
- Cálculos renales
- Cáncer de mama y de próstata
- Daño cerebral y deterioro cognitivo
- Disfunción inmune
- Enfermedad del corazón
- Problemas con el embarazo y la lactancia
- Trastornos del aparato reproductor y fertilidad
- Trastornos de la tiroides
Pero hay que considerar que la soya fermentada apropiadamente y biologica, en formas de tempeh (que contiene 20 gramos de proteína y 4 gramos de carbohidratos por 100 gramos), miso y natto (18 gramos de proteína y 9 gramos de carbohidratos por 100 gramos) ofrece beneficios para la salud, gracias a las bacterias probióticas debida al proceso de fermentación y al hecho que la misma fermentación reduce los anti-nutrientes. El natto es de grande interés porque contiene una enzima proteolítica nattokinase capaz de limpiar la placa arterial. De hecho, el nattokinase es disponible en capsulas, que es la forma ideal de tomarlo por fines terapéutico. No conviene a nosotros occidentales tomar natto y solo podría ser conveniente comer tempeh en pequeña cantidad y de forma no continuativa mientras el miso y el tamari, otras formas de soya fermentada, están cargados de sal.
Afirmamos esto porque la soya fermentada o sin fermentar (en forma de leche, tofu, proteínas en polvo, edamame etc.), contienen imitadores hormonales en la forma de isoflavonas, que alteran el delicado sistema hormonal y actúan como bocígenos, substancias que suprimen la función de la tiroides. Cuando la tiroides es suprimida, una variedad de problemas de salud puede presentarse, están son algunas de ellas:
- Ansiedad y cambios de humor
- Insomnio
- Dificultad para bajar de peso
- Dificultades para concebir hijos
- Problemas digestivos
- Alergias alimenticias
Entonces mejor dejar la soja sin germinar a los asiáticos y si ni hay alergia o intolerancia a la soya (algo che afecta al 50% de loa occidentales) consumir solo tempeh in cantidad moderada.