La vuelta a la ecología, a la belleza, al arte y a la creatividad.
Por Gianni Cesarini
El arte del vivir tendría que articularse sobre la libertad, la inteligencia, la ecología, la cultura y la belleza.
La libertad es aceptar haber nacido y vivir sin miedo a la vida, libertad es haber cortado el cordón umbilical, libertad es pensar y actuar autónomamente y no como un loro que repite mentiras milenarias. Libertad es no depender de nadie ni de nada, a menos que de las lluvias, los árboles, las plantas que nos proporcionan alimentos.
La inteligencia es la capacidad de comprender sin condicionamientos, decidir la acción oportuna, justa e inteligente.
La ecología es la comprensión de cómo funciona el ecosistema llamado Tierra y ser capaz de escuchar su sinfonía y volverse músico y entrar en la orquesta llamada Gaya y tocar y bailar a sus ritmos, sus melodías, su armonía. Ecología es inteligente respeto por la vida. Es no ser consumidor estúpido, asesino estúpido, predador, el único predador estúpido del planeta.
La cultura es el conocimiento verdadero de las obras verdaderas que en el paso de los Siglos han creado hombres verdaderos y mujeres verdaderas. No erudición libresca, sino el vivir las obras de arte, hacerlas resonar, vibrar en todo nuestro ser. No aceptación pasiva de una obra de Leonardo, Bach o Cervantes porque nos han dicho que son obras importantes. Hacerla revivir en nosotros sobre el hilo del asombro, de la emoción y no hesitar en crear obras, no para alcanzar la inmortalidad sino por el placer de hacerlas.
La cultura verdadera es la verdadera riqueza que un humano puede poseer. Una cultura que no caduca porque tiene el sello de la inmortalidad.
La excelencia no se alcanza en el campo de batalla o ganando mucho dinero o inventando un misil de mayor alcance. La excelencia se alcanza con la dulzura y el respeto en las relaciones, todas las relaciones, con personas, animales, plantas, el agua, el cielo; se alcanza con la creación de obras bellas, que quedan en el tiempo. La excelencia solo puede estar en la vida de relación, no en el aislamiento del ermitaño o la clausura de un monasterio. Una vida excelente deja una luminosa estela de amor y belleza que nunca se apaga.
Hay vidas excelentes de filósofos, maestros de vida, médicos, poetas, escritores, músicos, pintores, escultores, arquitectos, fotógrafos que han dejado enseñanza y obras excelentes y entonces bellas. Una obra bella es un obra únicamente bella, sin efectos secundarios perjudiciales, que exalta la bondad y supera el sufrimiento. Una acción u obra bella es nutritiva y terapéutica. Nos conduce a la comprensión, a la sabiduría, a la alegría, a una sana tristeza, al gozo y al éxtasis: la cumbre sublime de la experiencia humana.