Dolor, sufrimiento existencial, músicos y musicoterapia
“Solo el dolor es liberador del espíritu”
Nietzsche
Generalmente se confunden sufrimiento y dolor. El dolor desgarra, puede ser intenso y procede de alguien o algo cuya falta o presencia produce daño: siempre hay una causa, un nombre, siempre viene desde fuera. El dolor emocional, es el sentimiento negativo que surge ante determinadas situaciones o problemas, generalmente relacionadas con una pérdida o con un problema que nos afecta de manera importante. Surge en el instante en que somos heridos física o emocionalmente, su duración es relativamente corta y es proporcional al evento que la produjo. A pesar de esto no se puede hablar de ello en primera persona, como si el dolor fuera impersonal, algo que no es nuestro.
Por lo contrario se puede decir del sufrimiento en primera persona: “sufro”. El sufrimiento engloba emociones y pensamientos que se entrelazan, adquiriendo mucha más intensidad y duración que el dolor emocional. Puede ser un proseguimiento de una situación dolorosa no superada o puede surgir desde dentro sin una aparente causa externa. Puede ser consecuencia de una no aceptación de la vida y del mundo así como son. De hecho, el sufrimiento puede durar indefinidamente, aunque la situación que lo provocó ya se haya solucionado. El sufrimiento niega la existencia, empuja hacia la desaparición, hacia la nada.
En musicoterapia se puede hacer un buen trabajo con la estrategia de tres piezas según la escuela francesa. La primera pieza tiene que reflejar el estado de la persona. Si hay sufrimiento se elige una pieza no alegre por ejemplo la Marcha fúnebre de Sigfrido de Wagner o La isla de los muertos de Rachmaninoff, a seguir una pieza mas neutral como un tiempo de un concierto de Chopin y en fin el más alegre Fandango de Boccherini.
Aquí tenemos un pequeña guía para empezar
Músicos con tendencias al dolor: Beethoven, Wagner, Rachmaninof.
Músicos con tendencias al sufrimiento: Dowland, Gesualdo, Schubert, Schumann, Mahler.
Músicos tendencialmente “felices”: Boccherini, Vivaldi, Haydn, Mozart, Mendelssohn.
Aquí un ejemplo de realización de la secuencia que hemos indicado anteriormente, pero como siempre no se puede generalizar y puede ser necesario la ayuda de un buen musicoterapeuta capaz de elegir las tres piezas considerando no solo el estado emocional del oyente, sino sus gustos musicales, su sensibilidad. Hay una gran cantidad de músicas de excelente calidad y también de grande diversidad. Se puede elegir música más o menos retórica, música más sutil que permita un trabajo menos sintomático y más de “terreno”, más profundo, que pueda inducir a la dilución de dolor y del sufrimiento, a ayudar en el camino de la comprensión, sobre todo cuando dolor y sufrimiento están entrelazados, Porque es esto lo que cura, como puede curar la palabra, no tanto por lo que dice sino por su tono, sus acentos, su inflexión, su ritmo, sus pausas que hablan, su respiro. Lo fármacos no curan el dolor emocional y crean las verdaderas enfermedades. Curan la palabra, el sonido, la música, un paseo en un bosque. Cura la magia de los remedios espagíricos o de la homeopatía. Cura la meditación introspectiva que permita desenmascarar el ego y poco a poco diluirlo. Cura el liberarse de la incumbencia de la materialidad. Cura la limpieza emocional junto con la limpieza de toxinas físicas. Cura liberarse de la presencia de personas tóxicas y con el abrazo de personas que albergan y saben compartir el verdadero amor. Cura vivir más ligeramente, más sutilmente, con menos inútil erudición y con más sabia comprensión.
Wagner Götterdämmerung – Siegfried’s death and Funeral march Klaus Tennstedt London Philharmonic
Rachmaninoff : Isle of the Dead Op. 29, Mitropulos
Dubravka Tomšič interpreta Chopin, Concierto N°1 (parte 1/4)
Boccherini: Fandango – Quintet for strings, guitar & castanets n. 4 in D major (G. 448) / Savall