Para Safo
(Mitilene, isla de Lesbo, Ereso 640 a.C. aprox – ….)
“Algunos dicen que nada es más hermoso sobre la negra tierra
que una muchedumbre de jinetes o de infantes o de naves;
Mas yo digo que aquel a quien se ama. “
Safo
Cuando yo era casi adolescente encontré tus poesías juntas con las de otros poetas Griegos. Fue así como aprendí el concepto de amor como bien esencial. Lo que amamos, es lo más bello en esta negra tierra, así dices tú, sea una persona, una casa, un viñedo, un laúd… El amor como protagonista de la vida. Mensaje límpido, potente que comprendí sin llegar a realizarlo plenamente, sobre todo el amor hacía las personas. Tú cultivaste sobre todo el amor físico, sensual, sexual, con hombres como con mujeres, yo he amado la música, el verso poético, las imágenes de determinados artistas… y finalmente me he alejado bastante de la gente.
Error grande ha sido, ahora siento el peso de una renuncia que me ha impedido saborear la experiencia máxima que se pueda vivir. El éxtasis, el vértigo, el calor, la intensa pasión de un placer a dos, el contacto de la piel, los aromas, los susurros, las voces. Sí, obviamente también el arte es comunicación, pero en el fondo es un soliloquio. Toco el piano y otros me escuchan… escribo y otros me leen. Es otra cosa. La escucha de La valse de Ravel puede remover los sentidos, pero el contacto con Ravel resta virtual y aquella escucha nunca podrá conducirnos a la voluptuosidad de un beso, la emoción de una caricia, el florecer de un orgasmo.
Mi querida Safo, probablemente viviste bastante y quizás llegaste más allá de la madurez. Desconocemos la fecha y la circunstancia de tu muerte y quizás es leyenda tu suicidio lanzándote de un faro en la isla Lefkada, a causa de la desilusión de un amor no correspondido, que encendió en tu corazón el joven marinero Faón. Creo fue leyenda, amabas demasiado la vida para quitártela.
“Veneranda Safo con el pelo violeta y la dulce sonrisa” recita un verso de Alceo, que quizás te amó, y quizás tu amaste. El poeta exalta tu belleza y tu gracia desmintiendo otra leyenda que te recuerda sin hermosura y por esto rechazada por el joven Faón.
Fuiste mujer maravillosa, la primera entre los poetas a poner a la luz, ahondando con suma elegancia las profundidades del alma humana, los misterios de la pasión, del deseo, del irracional sufrimiento por la pérdida de un amor. Solo de una mujer podía llegar este trabajo de introspección: los hombres de tu tiempo pensaban en la política y en el mortífero juego de la guerra.
Si alguien ha usado toda su estupidez intentando poner sombras sobre tu conducta ética y moral, nadie se atrevió a despreciar tu grandeza poética. Solón, tú contemporáneo, cuando llegó a su viejez y leyó un carme tuyo, dijo que solo deseaba dos cosas: aprenderlo de memoria y morir. Bien, una persona que llega al final de su camino podrá también imitar Solón, pero quien está en la flor de la vida tendría que aprender a memoria algún poema tuyo: le ayudaría a trasformar el camino de sus días en un recorrido poético y exquisitamente amoroso.
En cuanto a los estúpidos, es demasiado fácil apartarlos. En tus tiempos los jóvenes eran educados en el tiaso, fuiste tú maestra del tiaso de Lesbo, allí educaste las chicas según los valores de la aristocracia del tiempo che esperaba de una mujer amor, delicadeza, gracia, capacidad de seducir, de cantar, de ser elegante y refinada. Algo parecido al tirocinio de las geishas. Tu rol, absolutamente licito en la sociedad en la cual viviste, extrapolado de su contesto, ha llevado a la idea, luego teñida de negatividad, de una actividad amorosa fuera de la normalidad, morbosa. Lésbico o sáfico es como decir amor homosexual femenil. Termino nacido por ti. Por ti, maestra en dar a tus discípulas una formación cultural, artística, social que comprendía también la iniciación al amor homosexual que, lejos de perjudicar, servía para completar la formación preparándose hacía el amor heterosexual, que será vivido de maniera consciente y completa.
El verdadero pecado querida Safo es que hoy no existen ni el tiaso, donde se aprendía a vivir, ni el templo de Esculapio, donde se sanaba la salud. Ni existen mujeres como tú. Respecto a tus días, nosotros hemos vuelto a la barbarie, sin verdadero amor, ni verdadera salud, ni verdadera vida.
Oda a Afrodita de Safo
Inmortal Afrodita. Safo de Odysseas Elytis, gran poeta ganador del premio Nobel.