TelefOmíno
Hace años el alcalde de Nueva York se encontró en el ojo del huracán por haber prohibido el uso del celular en los colegios. Frente a esta disposición absolutamente justa, obvia, indiscutible se ha alzado una casi incontenible oleada de protestas. “Como. Después del once de septiembre no podemos estar aisladas de nuestros hijos.” ¡Que bonitas las madres americanas! Piensan que el teléfono móvil representa la solución frente a los ataques terroristas. ¡Que bonitas las madres! Han votado dos veces, digo dos veces, por Bush y así se han ganado el once de septiembre, el día más vergonzoso de toda la historia americana. Pero el alcalde se ha mantenido firme: al colegio se va a estudiar y no a hablar por el móvil.
En Norteamérica los dueños de restaurantes, todavía en fase de recuperación desde la prohibición del tabaco, no saben como resolver este nuevo problema. Los clientes comen poco y hablan mucho y van bajando. Ahora ya un restaurante es un cacofónico cruzado por abigarrados sonidos y voces retumbantes. Mientras intentas comer algo hablando con el móvil tu invitada/o hace lo mismo. También quedas informado de que el gordo vecino de la mesa de la derecha tiene problemas con su secretario y está por despedirlo, mientras su mujer irá a Los Ángeles para hacerse un lifting, la vecina de izquierda flirtea “on line” con un tal James y su graciosa amiga está enfadada con su hermano por una herencia. En algunos restaurantes han puesto una cabina para hablar con el teléfono, mas a nadie le gusta levantarse para usarla, y casi todos usan la viva voz.
Mala educación, desvergüenza, incivilidad… que más puedo decir. ¿Qué es un manicomio? Es un manicomio. Basta abrir un periódico cualquiera en un día cualquiera para ver el cuadro de la demencia. Y hoy asistimos al triste fenómeno de la pandemencia: todo el mundo con la mascarilla, creyendo que un virus vuela come un mosquito.
En la era de la comunicación está siendo imposible la comunicación. No se puede visitar a un amigo o amiga, dar un paseo, una charla… prácticamente cualquier cosa sin caer en la trampa de la red. Mientras se está exponiendo una idea, un concepto llega el sonido del móvil e interrumpe todo. No es posible concentrarse en algo o vivir un minuto de intimidad con alguien sin sufrir la inconveniencia de la red. Aunque se puede pedir al otro apagar el diabólico juguete, el otro o la otra continuará pensando casi todo el tiempo en el teléfono y una vez eliminada la prohibición se lanzará inmediatamente sobre el aparato a marcar, para después alejarse para hablar. Como justamente ha dicho Zygmund Bauman: “Con el aumento de la proximidad de la red virtual la comunicación es mas frecuente y mas superficial, mas intensa y mas breve. La conexión tiende a ser superficial y breve para condensar una unión. Ahora ya las verdaderas uniones son una rareza.”
Mientras el homo faber está en vía de extinción y el homo sapiens aun no ha aparecido (solo alguno relámpagos en el paso de los siglos) tenemos el homo oeconomicus y el homo consumens que están degenerando en el homo teléfono, que podemos llamar telefOmíno. El hombre apéndice del telefono. Ya hace tiempo el buen Guido Ceronetti se había preguntado:” ¿Un hombre con un móvil sigue siendo un hombre?” Yo creo que no. Así como no tolero el apestoso fumador no tolero el contaminante telefOmíno. Ambos son agresores y perjudican la salud física y mental propia y de los demás. Los canceres de cerebro están en aumento. Como los muertos matados por el telefono, como pasó al grande barítono ruso Dmitri Hvorostovsky. Un estudio ha demostrado que el móvil puede dañar el feto durante el embarazo. Y acabar con la fertilidad masculina. Y esta acabando con las abejas. El gobierno francés aconseja que no lo usen los niños. Pero hay cada día más móviles y personas que tienen encendidos dos o tres al mismo tiempo. Se acabó. La única contrarrevolución posible es volver a la vida rural en un lugar sin cobertura, con árboles, flores, mariposas, gatos, perros, asnos y trabajar en un campo sin campo. Hablar con un asno es más productivo que hablar con un telefOmíno. El asno es real y el telefOmíno es virtual. No está.