

A Hypatia
(Alejandría de Egipto 355 o 370 – Alejandría de Egipto marzo 415 o 416)
Querida Hypatia, una manada de asesinos te masacraron en nombre de Cristo. En nombre de quien dijo: “Quien no ha pecado que lance la primera piedra”. Tu no tenías ninguna culpa, si no la de ser una mujer culta e inteligente. Como bien sabes el pueblo no perdona la inteligencia. Fuiste asesinada brutalmente, mientras regresaba a casa en tu carruaje, te golpearon y arrastraron por toda la ciudad. Te desnudaron, te descuartizaron con conchas marinas y tus restos fueron paseados, en señal de triunfo, por toda la ciudad hasta llegar al Ciraneo, donde los incineraron.
Te masacraron sin piedad con extrema crueldad en nombre de un Cristo portador de mensajes llenos de bondad, de buen sentido, de sabiduría. Cristo no indujo a quemar bibliotecas, hundir la cultura, violar niños, asesinar mujeres porque paganas o brujas. Cristo no fue misógino y habría admirado tu sabiduría, tu belleza. Cristo respetava la vida en todas sus formas y promulgaba la superación de la ignorancia. Los cristianos de las iglesias, horda parasitarias, han creado un reino de privilegiados a expensas de quien produce. Han mentido, abusado, aprovechado, torturado, saqueado, masacrado en su nombre. Los Cataros, la caza de brujas, las cruzadas, la inquisición, la estrategia del terror es la historia cristiana.
Tu muerte a mano de los cristianos, querida Hypatia, marcó el final de la autonomía femenina. Junto a ti asesinaron la cultura y a la mujer fu asignado un rol de sirvienta, de esclava.
Tú enseñabas a muchos discípulos la filosofía neo-platónica, dominabas magníficamente la matemática, en el ámbito de la astrología marcaste la historia. Te negaste a convertiste al cristianismo. Tus conocimientos y tu inteligencia te impidieron de seguir la manada. La nueva manada al servicio de Cirilo, patriarca de Alejandría de Egipto. Todo esto no podía ser aceptado por una banda de fanáticos endemoniados que te asesinó sádicamente. Probablemente tu asesinado fue ordenando por el mismo Cirilo, el cual obviamente fue santificado.
Indudablemente en el mundo de los griegos antiguos, a la mujer, no se le concedía mucho espacio. Pero no le estaba negada la posibilidad de actuar en los ámbitos de la ciencia y la cultura y tú misma eres la prueba. A la mujer no se le negaba el placer. Los cristianos instauraron el patriarcado y potenciaron el machismo y alimentaron la pederastia y la pedofilia. La carrera eclesiástica era solo para hombres. Nunca se ha asomado una mujer en la Plaza de San Pedro para bendecir a los feligreses, solo Papas. Nunca un cura fue mujer. Algo aberrante pero quizás un bien para las mujeres. El catolicismo ha negado a la mujer no solo la autonomía, también la posibilidad de sobresalir en cualquier ámbito, desde la política a la ciencia y la cultura y también ha negado el placer de la mujer. La sexualidad femenina solo servía para la procreación…. Fue así que floreció sin medida la prostitución.
Querida Hypatia, es bello imaginarte mientras investigas el cielo con los ojos encantados, fascinados, capaces de leer la poesía entre este misterioso telar levemente brillante. Y, superado el encanto, con determinación revelaste sus leyes y sus misterios. Descubriste el movimiento elíptico de los planetas, hasta que las conchas cristianas pusieron fin a tus estudios. ¿Dónde hubieras llegados sin aquellas conchas?
Entristece cuando la muerte prematura trunca la vida de los artistas o de los científicos en la cumbre de sus potencialidades. Muchas veces es una gran pérdida para toda la humanidad. Entristece, indigna y hasta atormenta una muerte como la tuya, el dolor por aquellas conchas en manos de unos estúpidos criminales, se convierte en un dolor universal. Han pasado muchos siglos, más de un milenio y medio: el eco de tus lamentos por atroz dolor todavía resuena…