

Hoy 1905: Giacinto Scelsi, genial creador de sonidos.
“Reconstruit l’avenir englouti.”
El conde Giacinto Scelsi di Ayala Valva (La Spezia 8 de enero de 1905 – Roma 9 de agosto de 1988) se movió casi al margen de los circuitos musicales pero por su talento y genialidad, ha sido reverenciado como uno de los más respetados creadores de sonidos de la segunda parte del pasado siglo hasta el punto de ser admirado por Cage, Ligeti e Xenakis. Pero sigue siendo de hecho, un gran desconocido. Y él hizo de todo para que pocos podrían conoscerlo: su musica es aliena da toda convención, es peculiar, única, fluye como un continuum sin ritmo marcado. Hombre solitario enseriado en su mundo sonoro y poético, no dio entrevistas, ni tampoco permitió que le fotografiaran. Se mostraba incluso molesto ante aquellos que le consideraban “compositor”, ya que se consideraba sólo como un “mero transmisor de un ente mayor”. También se autocalificó como un mero “cartero, con suelas gastadas, entregando daguerrotipos llenos de sueños”. Muchas veces se negó a identificar sus obras, limitándose a firmarlas con un signo zen.
En una primera instancia, fue autodidacta aunque posteriormente estudíó con Egon Koehler, por el que conoció las teorías de Scriabin, y con Walter Klein, un alumno de Schoenberg que le introdujo en el campo del dodecafonismo. Tras la Segunda Guerra Mundial comienzó una etapa muy difícil para él. Se entregó a certa cultura oriental sobretodo japonesa y se encerró en su casa. Únicamente mantuvo algún vínculo con el grupo Nuova Consonanza del que era responsable Franco Evangelisti. Era un hombre de psicología instable y llegó a ser internado en un hospital. Cuentan en el hospital los médicos lo consideraban casi perdido y que pasaba los días repitiendo la misma nota de un piano. Toda una premonición, porque a partir de los años cincuenta Scelsi inició un viaje sin retorno hacia el interior del sonido sin más equipaje que una pasión por la espiritualidad oriental. Un viaje en el sonido del universo, el sonido da las esferas de pitagoriana memoria. Sus últimos años fueron, al parecer, muy tristes. Ha quedado una fundación que intenta mantener viva su memoria. Algunos compositores mas jóvenes como Tristan Murail, Gérard Grisey et Michäel Levinas lo han elevado a los altares de la creación contemporánea. Fue también un importante ensayista y además escribió numerosas poesías surrealistas en francés.
Entre le soleil et la terre
J’ai croisé ton regard
Traverse l’archipel nocturne
Vers l’immobile futur
La porte est grande ouverte
Aux enfants de l’éternité.
Su música fue pronto valorada por algunas mentes abiertas a lo inusual. pero no ha llegado al grande publico. En parte porque es una obra muy compleja y, a la par, está llena de elementos simples. Sus Cuatro piezas sobre una sola nota, de 1959, para veintiséis instrumentos, crearon su leyenda y son una clara demostración del grado de experimentación al que había llegado. Scelsi altera la nota no sólo por medio de la octava sino por sus armónicos y volumen, así como los timbres de cada instrumento con el que es tocada. El tempo y las inflexiones microtonales le dan las características a esta y otras obras de Scelsi en las que se vale de una sola nota. Hubo quien no estaba conforme con la manera de hacer musica de Scelsi: los rigurosos herederos de la escuela serialista (donde sólo se toleraba el orientalismo si venía cruzado con el estructuralismo, tipo Stockhausen) lo tildaban de diletante. Y también Berio y Boulez no favorecieron un musico tan original, y solo después de la muerte de Scelsi, apareció un ensayo favorable de Boulez. Pero el daño estaba hecho: Scelsi en vida no pudo escuchar su musica interpreta de ensembles y orquesta de grande prestigio.
Scelsi es el compositor de un tiempo en el que lo universal se anunció como la senda de lo humano, ya de vuelta de sones nacionales. Fue maestro universal desde una época temprana, sin concesiones: a su pureza radical contribuiría la transfiguración que le apartó de la composición geométrica para entender hasta qué punto el alma humana desde los inicios de su aparición busca la plenitud en lo infinito. Su investigación sobre las religiones orientales, el yoga y las prácticas budistas se manifestó en sus innovaciones el el mundo musical occidental. En lugar de plasmar las ideas orientalistas desde fuera, improvisaba su música inconformista, que un amigo compositor ponía en el pentagrama. Mostró que había interiorizado lo que había aprendido en Oriente y se había liberado por completo del entrenamiento occidental. Si música nos hace llegar ecos transfigurados de los cánticos y cuencos de los monjes tibetanos que usaban el sonido para ayudar a la meditación.
En los años setenta serían los espectralistas franceses los que descubrirían el fenómeno Scelsi, pero esa fijación por el sonido único como si en él estuviera contenido el universo también influenció a algunos minimalistas americanos como La Monte Young o Phil Nibloc. Podemos decir que Scelsi fue un genio musical del siglo XX, creador de sonidos que trasmiten a veces un sentido de calma atenta, otras se advierte una fuerte tensión drammatica, sonidos a veces relativamente sencillos, otras que aparecen como un complejo túnel lleno de presencias. Sonido que algunos han definidos hipnóticos y que nosotros vemos como una fuerte elevación espiritual. Y a veces como un himno a la vida. Vida nada fácil.
Quattro Pezzi (for orchestra) «Su Una Nota Sola» (1959): Vienna Radio Symphony Orchestra Peter Rundel
Hymnos, per due orchestre (1963): Orchestra della Radio-Televisione polacca di Cracovia diretta da Jürg Wyttenbach
Uaxuctum (w/ score) (for choir and orchestra) (1969)
Girolamo De Simone suona «Preludio XXIV Mistico» di Giacinto Scelsi.avi