Preludium
En el año 1964, a los 32 años y siendo aclamado como genial pianista, Glenn Gould renunció a la vida de concertista y a contratos millonarios, reduciendo al mínimo su vida social. Siguió grabando discos y escribiendo, pero nunca volvió a los escenarios. Inicialmente no entendí el sentido y la envergadura de este hecho; ni tuve ocasión, en mis sucesivos trabajos de musicólogo, de profundizar en el tema. Pero gradualmente influenció mi vida hasta tal punto que tomé la decisión de marginarme.
Las razones de Gould fueron esencialmente de naturaleza ética: él veía el concierto como una prostitución y sabía que todo artista verdadero necesita soledad para crear. Mis razones estaban fundadas en un rechazo de la sociedad que empezó desde mi infancia. Poco a poco, observando cómo funciona la gente y gracias a golpes bajos recibidos en el ámbito profesional, he llegado a esta privilegiada situación de casi total autonomía y libertad en una soledad en donde estoy conmigo mismo y cuando quiero compartir tiempo con alguien lo hago desde una decisión consciente.
Este poemario no es más que una “meditatio in scripturis” para recordar el retiro de Glenn Gould, un pequeño homenaje al Gould hombre. El artista inmenso que fue queda ya fuera del tiempo, en una inmortalidad que no necesita elogios o conmemoraciones.
5 de octubre de 2004
Soledades
… estad solos, permaneced en
contemplación
que es una gracia.
Glenn Gould
11 de noviembre 1964
Viaje entre soledades,
entre ausencias.
Nunca se sale,
tampoco se vuelve.
***
Amigos y enemigos
amores e ilusiones
cenizas
trabajo y dinero
libros e imágenes
cenizas
sueños y promesas
ideales y filosofías
Walhalla y dioses
cenizas
escarbando en las cenizas
además de brasas
humeantes y calientes
no hay nadas más
que cenizas
yo solo doblado
en las cenizas
los dedos quemados
el corazón gimiendo
cenizas sin ave Fénix
que pueda resurgir
el piano ceniciento
de Glenn Gould
alejándose en fuga,
esfumándose
en el frío dé la tundra
un hielo
que ningún dragón
puede derretir.
***
Me dijeron: nunca aprenderás a escribir bien
ocho libros firmé
me dijeron: nunca aprenderás bien la música
he sido crítico musical
me dijeron: estás muy enfermo eres incurable
me curé
me dijeron: eres demasiado joven para casarte
me casé
me dijeron: sólo en el cuartel se alcanza a ser hombre
me quedé niño
me dijeron: tu destino es el poder y la riqueza
me quedé pobre
me dijeron: somos todos iguales, el comunismo ganará
ha perdido
me dijeron: hay que trabajar para el progreso
me paré
muchas mujeres me han dicho: te amo
se equivocaban
muchas cosas más me han dicho
para el olvido.
No más palabras, no más el ruido incesante
y molesto del hombre inconsciente
con su actividad de autómata,
hormigueo de robots.
Ahora escucho la brisa entre las ramas
los pájaros libres y felices
las gaviotas
el mar.
Y de la humanidad, de milenios de historia
¿qué nos queda?
Algunas palabras sabias de Shakyamuni
la parábola de los ciegos de Brueghel
algún verso de Ikkyu, de Panero, de Ceronetti
los himnos de Gibbons
los madrigales de Gesualdo
los corales de Bach
las gnossiennes de Satie
la voz de Rosa Ponselle
y poco más.
***
Hombres como niños
Niños como hombres
Mujeres como hombres
Hombres como mujeres
Criminales como enfermos
Enfermos como criminales
Civiles como salvajes
Salvajes como civiles
Torturados como verdugos
Verdugos como torturados
Vivos como muertos
Muertos como vivos
***
Quería hace tiempo
cuando quemaba el deseo,
cuando en los riñones
cien caballos al galope
en busca de ti.
Mi voz en el viento,
mis manos escarbando
sonidos en el marfil,
amarillo de tiempo.
Un canto de sol y piedra,
un canto de abejas y mar,
canto de pasión.
Creía quererte un tiempo
antes de las cenizas,
esparcidas del viento
entre teclas arañadas,
mis manos desesperadas
agarrando el vacío.
Un canto desmañado
gimiendo en la garganta.
Doliente silencio
entre piedras quebradas,
amor cristalizado
en lagrimas heladas.
***
Ven algo normal y corriente
como único y excepcional
y lo llaman amor
Después descubren que era
un engaño de los sentidos
y lo llaman desamor
Y rápidamente se olvidan de todo
para empezar un nuevo acto
de una farsa que llaman vida.
***
Era muy joven cuando perdí
de las moras la agria dulzura
al amanecer de mariposas
en el desnudo rayo de sol.
Era muy joven cuando perdí
del olivar el triste murmullo
al atardecer de grillos
en el destellar de las luciérnagas.
Era muy joven cuando perdí
de la tierra el acre olor
después de la lluvia
las flores con sus limpios colores.
Era muy joven cuando perdí
ritmo, sentidos, asombros
arco iris, golondrinas
hundido en la basura ciudadana.
Muy tarde, blanco los cabellos,
he vuelto al campo
buscando aire limpio, paz, aromas
tierra donde echar raíces.
Sólo encontré otras estupideces
gruñidos de motores y aullar de perros,
perdiendo todas las razones
para seguir viviendo cerca de la gente.
****
Bailar, jugar, pasear,
esperando
que la fruta madure
dejando el árbol en paz,
sin hacer nada
nada más hay que hacer,
ni buscar a dios.
Hace mucho tiempo
hubo un dios para cada hombre.
Hace mucho tiempo
había un dios en cada hombre
una diosa en cada mujer.
*******
Fuera
Si una pareja,
a pesar de todo
ha logrado estar junta
y quiere resistir,
que apague los deseos mundanos,
se cierre en una finca
se alimente de música,
escuche a los poetas,
cultive la huerta,
caliente la estufa
y tueste castaña.
Fuera ladran
los hombres.
********
Alejándome de todo
no hay más ruido
aviones, coches, máquinas
tele, radio, rock, rap
hombres, mujeres, niños
siempre hablando,
perros, dios, los pobres perros
siempre ladrando.
Ahora escucho el susurro de la brisa
el ulular del viento
la melodía del ruiseñor
el beso de la mariposa
el vibrar de los pétalos
el murmullo de los árboles
la melancolía de las hojas,
rozándose mientras caen
la voz divina del duduk de Gasparyan
el piano poético de Sergio Fiorentino
el saxo luminoso de Jan Garbarek
la emoción en canto de Caruso
el sitar sensual de Al Gromer Khan
la guitarra sin tiempo de Atahualpa
el pulsar lento de tu corazón
tu pausado respiro
la armonía de tu voz,
que rara vez llena el silencio,
el sonido feliz de la seda
que acaricia tu piel
el ritmo de tus párpados,
tu paso ligero.
***
Naufragios
Algún anillo
algún pendiente,
alguna joya,
más o menos preciosa
más o menos preciada,
fotos escondidas,
libros con dedicatorias
músicas evocadoras
de encuentros encantados
aparentemente encantados
cartas de amor
palabras marchitas
amorosos poemas
muchas veces copiados
besos de pantalla
obviamente imitados
imágenes lejanas
amarillentas, descoloradas
despojos de viajes
impetuosamente empezados
grandes proyectos
grandes mentiras
juntos para siempre
contigo para siempre
y al fin el naufragio
demasiados naufragios
demasiada energía gastada
irremediablemente perdida
dolorosos naufragios
a veces rabiosos
rencorosos
lagos de lágrimas
desesperadas
algo de soledad
y al fin otro barco
hacia otra tempestad
mirando atrás
como en la mar
después del hundimiento
ojos flotando
imágenes ahogándose
palabras de amor
lánguidamente
abismándose.
Solo
Hablas con alguien
y estás solo.
Vas al cine
y estás solo.
Miras la tele
y estás solo.
Cuentas tu dinero
y estás solo.
Te duele una muela
y estás solo.
Bailas en pareja
y estás solo.
Tomas champaña
y estás solo
Haces el amor
y estás solo.
Siempre solo.
Si aprendes a estar contigo
no estarás solo.
Si tu ego no te pide nada
no estarás solo.
Entonces podrás salir al mundo
y no estarás solo.
Y las mentiras, las verdades,
los fantasmas del cine,
los muñecos de la tele,
la gente peleando,
la gente pidiendo,
los mirarás sonriendo.
*****
No puedo decir
Sólo es libre el hombre
de las soledades.
Guido Ceronetti
No puedo decir: ven conmigo
a buscar un sitio donde vivir,
a buscar un sitio de comprender y amar,
un sitio sin cables, sin cemento, sin coches,
donde cada gesto sea de sabiduría
y de respeto,
donde se pueda hablar con el viento,
mirar las estrellas,
oler las fragancias de las flores,
esperar los regalos de los árboles.
Donde todas las formas de vida
puedan expresar su potencialidad,
sin el hombre que destroza todo,
devora todo,
se adueña de todo.
No puedo decir: ven conmigo.
a ver el lento baile de las piedras.
el almendro desnudo.
cómo lloran las nubes.
el lagarto en el sol.
En un mundo donde no hay que hacer
o no hacer.
Donde no hay quiero y no quiero.
Donde nadie se cree dueño de nada.
Donde todo fluye.
Lentamente.
No puedo decir: ven conmigo.
Porque conmigo hay limites.
Y cada uno tiene que circunscribir los suyos.
No puedo decir: ven conmigo.
Pero, me gustaría.
***
No saben
No saben dónde está el norte,
al acostarse.
No saben dónde está el sol,
al despertarse.
No saben qué es el ritmo,
mientras andan.
No saben que es la musicalidad
cuando hablan.
No saben qué necesita el cuerpo.
cuando comen.
No saben qué es el amor,
mientras besan.
***
Tarde otoñal
Escondida la tortuga
lejos de todo.
Fantasmas de perros
ladran para nadie.
Descansa el viento
y muerde el frío,
más que la soledad.
Cae la lluvia, fugazmente.
Soledades schuberianas,
murmura el piano de María Joao,
lagrimas de amatista, de terciopelo,
notas que rebotan entre paredes
implorando algo que no hay.
Escondida la tortuga
en su caparazón.
Yo también.
*******
Una vida luchando
En el pantano de la estupidez
retumba la tristeza
rota a momentos
por gritos rabiosos,
vanos,
palabras como latigazos
sobre tímpanos sordos
del mundo virtual,
palabras como latigazos
huérfanas de ironía.
Una vida luchando
sólo queda la pena
una amarga sonrisa,
el cansancio de todo.
**********
Verdadera soledad
Hay luz y oscuridad en la música,
a veces palabras amigas en los libros.
Comunicación a distancia,
la única posible.
El contacto puede ser barrera,
puede hundir todo en la banalidad,
en la trivialidad, en la farsa.
Arrancarse la máscara,
sólo puede ser en soledad.
Soledad como hermana,
soledad como herida que se cierra,
soledad como paz.
Verdadera soledad,
sin renuncia, sin angustia, sin dolor,
que fortalezca el sentimiento del ser.
Soledad sin forma ni rostro,
donde no se puede decir:
“Estoy solo”.
No hay otro a quien decirlo.
No es que falte alguien.
Es que no hay nadie.
**********
Alejándose
Ni lazos, ni nudos.
Alejamiento en la noche.
Como ratón cautivo
que encuentra la espiguilla.
Dejando todo atrás.
Los sordos escuchadores,
con el dueño en sus gargantas
y de nada dueños.
Dejando todo atrás.
Parando.
Únicamente elevando
barreras de soledad.
No más el dilema:
¿Qué es el amor?
Ni mendigar extraños oropeles.
En languidez cambiar al espanto
Todas las palabras olvidando.
Abismos de silencio
fuera del tormento
lentamente saboreando.
Ni lazos, ni nudos.
Avalancha de lágrimas
derritiendo el dolor.
¡Qué noche!
Aburrida luna.
Avalancha de lágrimas
apagando el furor.
Violas isabelinas,
con noble tristeza,
el pasado absurdamente añorando.
El piano de Glenn Gould,
destellos en la oscuridad
sin nostalgia ni llanto
las melodías orando.
Maravilla al preguntarme
otra vez:
¿Estoy de verdad vivo?
Sin preguntarme
otra vez:
¿Por qué?